Una de las principales ventajas de ser propietario, o arrendar aeronaves privadas, es la facilidad que nos da para volar al extranjero. Atrás quedan las largas filas en aeropuertos para pasar por seguridad, aduanas o entrar al avión. Estos procesos todos se cumplen en la aviación general, pero en una situación mucho más cómoda, sin filas y sin conglomeraciones. Detalles como la hora de despegue, el tipo de comida o las comodidades a bordo quedan totalmente bajo nuestro control. El vuelo al extranjero conlleva muchos de los mismos pasos de planeamiento que cualquier vuelo nacional, solo que añadimos algunos factores externos, como procesos legales de cruce de fronteras y requerimientos para la travesía sobre el mar. Pero con buen planeamiento, las ventajas sobrepasan con creces las pequeñas complicaciones añadidas.
Una de las primeras herramientas que utilizaremos en la preparación de un vuelo al extranjero será el uso del plan de vuelo. Dicho plan no es más que una descripción de la ruta y los horarios que una aeronave planea seguir. Es además una descripción del tipo, color y capacidades de la aeronave, sirviendo así como una herramienta de información para búsqueda y rescate. Con el crecimiento de la aviación civil, este documento pasó a ser una herramienta importante en la estructura operacional de la aviación internacional, ya que le permitió a los países identificar y organizar el tránsito aéreo que se movía a través de sus fronteras aéreas.
La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) es la encargada de estandarizar estos planes de vuelo. Existen dos tipos de planes de vuelo dependiendo de las reglas a seguir: el plan de vuelo de reglas visuales (VFR por sus siglas en inglés) y el plan de vuelo de reglas instrumentales (IFR por sus siglas en inglés). En el caso de los planes de vuelo que atraviesan fronteras internacionales, la OACI los clasifica como IFR o VFR de defensa.
Algunos países como los EE. UU. tienen requerimientos especiales. Tal es la denominada Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ por sus siglas en inglés). Esta zona funciona como una barrera de identificación más allá de la frontera oficial de las 12 millas náuticas a la costa norteamericana. Las aeronaves extranjeras en planes de vuelo VFR de defensacon destino a EE. UU. deben incluir la hora exacta de entrada a esta zona y estar en contacto con la facilidad de control de tránsito aéreo correspondiente, 15 minutos antes del punto de entrada a la ADIZ.
Para una mejor identificación de estas aeronaves, se les asignará un código transpondedor especial para su entrada a la ADIZ. Esta zona de identificación especial rodea toda la costa este y la costa oeste de los EE. UU., así como la ciudad de Washington, D. C. Curiosamente, no existe una zona ADIZ en la frontera de EE. UU. con Canadá. En el caso de las aeronaves con planes de vuelo IFR, el proceso de identificación es mucho más sencillo, ya que esa operación está bajo control de tránsito aéreo a lo largo de todo el trayecto, por lo que con seguir las instrucciones de los centros de control se cumplen todos los requisitos de entrada a la ADIZ.
En cuanto a los procesos aduanales para el cruce de fronteras, la documentación es muy parecida a lo que observamos como pasajeros en los vuelos de aerolíneas. Si nos enfocamos en la región del Caribe y los principales destinos que esta nos ofrece en la aviación general, podemos nombrar algunos de los procesos en los países cercanos. Uno de los documentos primordiales para la salida y entrada de aeronaves a nivel internacional es la declaración general. Este documento incluye información como la matrícula de la aeronave, el aeropuerto de salida, el aeropuerto de destino y un listado de las personas a bordo, con datos personales como nombre, pasaporte, fecha de nacimiento y su función en el vuelo (pasajero o tripulación). Haití, Cuba, Bahamas y Jamaica, para nombrar algunos, solo requieren este documento junto al plan de vuelo de defensa.
Otros países como Estados Unidos tienen requerimientos especiales para el cruce de sus fronteras aéreas. Tal es el requerimiento de crear una cuenta en el denominado Sistema Electrónico de Información de Avanzada para Pasajeros(EAPIS por sus siglas en inglés). Una vez creada dicha cuenta, se deben enviar los datos de la declaración general, así como los números de visa y dirección en EE. UU., de todos los ocupantes de la aeronave. Este formulario se completa en un website dedicado para esto, y una vez aprobado, se recibe confirmación vía correo electrónico.
Ahora pasemos a la parte operacional que tanto nos atrae. Debido a que los vuelos internacionales desde nuestra isla pudieran significar un extendido período de tiempo sobre agua, debemos revisar qué nos requiere la regulación aérea para estar seguros. Según la Regulación Aeronáutica Dominicana (RAD) 91.509, las aeronaves que vuelen sobre agua, a un punto más allá de 93 km de la costa más cercana, deberán contar con salvavidas para cada ocupante. Cuando la distancia de la costa aumenta a 183 km (o 30 minutos de vuelo), dicho salvavidas debe tener una luz localizadora; una o varias balsas para acomodar a todos los ocupantes; por lo menos un dispositivo pirotécnico; un equipo de radio flotante capaz de transmitir en las frecuencias de emergencia; y una cuerda de emergencia. Además, los botes salvavidas deben contar con un equipo de supervivencia.
En el caso de las aeronaves monomotores, a diferencia de los multimotores, debemos tomar en consideración la distancia máxima de planeo en caso de falla de motor. Para esto, consideramos como buena práctica el tener una lista de aeropuertos y terrenos favorables para aterrizajes de emergencia o desvíos. En mis años de experiencia volando al extranjero, he adoptado algunos métodos para ayudarme a mantener un buen control en el uso del combustible. El primero es llevar una bitácora del vuelo que contenga la hora de despegue, la hora de alcanzar altura crucero y la hora cuando iniciamos los ajustes de motor y combustible. Dada la importancia de vigilar el consumo de combustible, lo ideal es tener un analizador electrónico de motor que pueda identificar el consumo de galones por hora.
Es importante consultar lo establecido en el manual de operaciones para piloto (POH por sus siglas en inglés) para verificar el ajuste de motor, y comprobar si el consumo está de acuerdo a los parámetros establecidos durante la planificación del vuelo. La vigilancia del consumo durante el crucero nos ayudará a confirmar o recalcular el combustible planeado como remanente al final del vuelo. Otra práctica que he desarrollado con los años cuando vuelo sobre mar es la de tomar nota en la bitácora de las coordenadas y la hora de embarcaciones en mi ruta, ya que en el caso de una emergencia, realizar el amerizaje (“ditching”) sería oportuno cerca de alguna embarcación, y así ser auxiliado de forma rápida.
Por último, los pilotos debemos revisar los requerimientos de documentación para la tripulación en el país que visitamos. La mayoría de los países nos exigen el volar con una licencia de piloto válida para el tipo de aeronave que operamos, así como documentos de identificación como pasaportes, certificados médicos y licencias de radio-operadores. Es importante recordar que no todos los países tienen los mismos requerimientos, y que en el ejemplo de los certificados médicos, lo que en un país es válido puede no ser aceptado en otro.
El vuelo hacia el extranjero es una de las operaciones aéreas más demandantes, pero a su vez, más enriquecedoras de la aviación civil. Viajar a otros países y culturas nos ayuda a sacarle el máximo provecho a las aeronaves que utilizamos. Conocer que hay más allá de las fronteras siempre ha sido parte fundamental del espíritu aventurero del aviador, y con la organización y ayudas que existen en el mundo moderno, esa aventura se completa de una forma menos arriesgada y exitosa. Desde los bellos colores turquesas de las Bahamas hasta las impresionantes montañas de Sudamérica, aprovechemos al máximo nuestras aeronaves, evitemos las largas filas de los grandes aeropuertos y volemos hacia el extranjero de forma cómoda y segura, reviviendo las rutas de los antiguos aventureros.